MISTICISMO

Existen en el mundo lugares de ensueño y fantasía donde la vida común de los habitantes está ineludiblemente ligada a sucesos fantásticos y hechos históricos, que al combinarse forman una gama de colores de misticismo, realidad y de belleza incomparable; cuya fantasía, supersticiones y las costumbres integran parte del Folklore. Campeche, mi tierra querida es uno de estos lugares.
En la península de Yucatán existen numerosas cavernas y cenotes, estos fueron de suma importancia para los indígenas Precolombinos, inclusive en la actualidad como enormes e inagotables depósitos de agua potable; cabe mencionar la importancia de estos en los lugares donde no existen fuentes pluviales y excavar un pozo es obra de titanes.
Las grutas y cavernas por ciertas circunstancias en muchos casos fueron proveedoras de los materiales para la construcción de las viviendas, sirviendo también como taller de trabajo para algunas comunidades. Se utilizaron como refugio ante condiciones climatológicas adversas y fueron de gran utilidad en tiempos de guerra u otras razones. De ellas se ha emanado un gran cúmulo de relatos que nos permite conocer mejor la naturaleza de nuestro pueblo, sin embargo, los Mayas no son los únicos que han mantenido una relación cultural con las cavernas adyacentes y podemos afirmar que muchos pueblos que habitaron regiones con abundantes grutas gestaron en sus tradiciones formas similares de relato.

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Aluxob

A la caza de un Alux


Después de unos minutos dentro del extraño ambiente que para nosotros fueron siglos, se acercó la cubana Colasa.
Al caminar se contoneaba y pasaba su mano con gracia sobre el negro, corto y
ensortijado cabello que traía arreglado con minúsculas trenzas que brillaban de tanta vaselina y remataban en unos pequeños huesos y moños de color rojo, realzando así su aspecto de pitonisa.
Excitada por el esfuerzo que hacia al llevar a cabo su trabajo, de su morena y amplia frente le escurrían gruesas gotas de sudor; en aquel momento sin avisar, nos roció con una loción verde y olorosa.
Nos indicó que entráramos a una
habitación adornada con policromos cortinajes, en los quicios colgaban algunas cabezas de ajo y unos ramos de hierbas, en el centro del cuarto había un viejo y destartalado anafe de lámina que tenía algo que ardía y echaba un sahumerio fastidioso y picante; Colasa siempre utilizaba ese espeso humo para sus trabajos, pero a nosotros, aparte de hacernos toser y derramar una que otra lágrima, nos causaba gran dificultad para distinguir nuestro entorno. La cubana maliciosa sonreía enseñando sus dientes manchados por el tabaco, mientras decía:
—Ustedes están poseídos de malos vientos y demonios por eso no soportan el olor—.
Mientras con ternura nos llamaba por nuestro nombre, no dejaba de mirarnos lascivamente y con sus delgadas manos de largas uñas pintadas de negro acariciaba mis cabellos, de repente se inclinó y me dio un beso directo, chupándome la boca como si fuera una fruta madura que me dejó nervioso e impregnado de un fuerte olor a tabaco y un agradable olor a sándalo.