Agua Viva






El Antiguo Testamento ha tenido una notable influencia en tres importantes religiones que tienen sus raíces en este libro: el cristianismo, el judaísmo y el islamismo.





Sin tomar en cuenta la importancia que tuvo para los pueblos bíblicos, es posible que sea de más valor para nuestra época; sin embargo, con frecuencia dudamos acerca de lo que ahí está escrito, quizás porque no conocemos la historia del género humano desde sus comienzos como un ser de descendencia divina, tampoco sabemos la historia y las razones por las cuales Dios escogió un linaje que se rigió por medio de símbolos hasta la llegada de Jesucristo.

 También dudamos a causa de la doctrina que recibimos, pues muchas veces provienen de fuentes inciertas y contaminadas con añadidos de hombre, no obstante, podemos encontrar múltiples recursos para fortalecer nuestro conocimiento religioso y poder comprender los arcanos bíblicos y sectarios.

Este texto incluye algunos elementos que pueden fortalecer nuestra comprensión, pues está apegado a la doctrina pura y sin macula, también contiene ese conocimiento que Jesús dijo por medio del profeta Jeremías refiriéndose al pueblo del convenio:

Porque dos males ha hecho mi pueblo:

    Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua.

Para los pueblos antiguos las cisternas eran indispensables; ya que en ellas almacenaban agua y se prevenían para los espontáneos periodos de sequía que azotaban frecuentemente las tierras palestinas, sin embargo, estas cisternas cavadas en la roca a veces tenían fisuras y no retenían el agua.

Por medio de esta parábola el Señor hacía saber a su pueblo que debían confiar siempre en él, la única fuente de agua viva, sin embargo, los israelitas en muchas ocasiones se dirigieron a otras fuentes para obtener poder espiritual, fuentes que no eran capaces de contenerlo por mucho tiempo, pues sus fisuras permitían la fuga de su conocimiento al igual que un pueblo en períodos de sequía, el señor Jesucristo lo confirmó en la época del nuevo testamento cuando junto al pozo de Sicar le dijo a la mujer samaritana:



“Pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”



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Aluxob

A la caza de un Alux


Después de unos minutos dentro del extraño ambiente que para nosotros fueron siglos, se acercó la cubana Colasa.
Al caminar se contoneaba y pasaba su mano con gracia sobre el negro, corto y
ensortijado cabello que traía arreglado con minúsculas trenzas que brillaban de tanta vaselina y remataban en unos pequeños huesos y moños de color rojo, realzando así su aspecto de pitonisa.
Excitada por el esfuerzo que hacia al llevar a cabo su trabajo, de su morena y amplia frente le escurrían gruesas gotas de sudor; en aquel momento sin avisar, nos roció con una loción verde y olorosa.
Nos indicó que entráramos a una
habitación adornada con policromos cortinajes, en los quicios colgaban algunas cabezas de ajo y unos ramos de hierbas, en el centro del cuarto había un viejo y destartalado anafe de lámina que tenía algo que ardía y echaba un sahumerio fastidioso y picante; Colasa siempre utilizaba ese espeso humo para sus trabajos, pero a nosotros, aparte de hacernos toser y derramar una que otra lágrima, nos causaba gran dificultad para distinguir nuestro entorno. La cubana maliciosa sonreía enseñando sus dientes manchados por el tabaco, mientras decía:
—Ustedes están poseídos de malos vientos y demonios por eso no soportan el olor—.
Mientras con ternura nos llamaba por nuestro nombre, no dejaba de mirarnos lascivamente y con sus delgadas manos de largas uñas pintadas de negro acariciaba mis cabellos, de repente se inclinó y me dio un beso directo, chupándome la boca como si fuera una fruta madura que me dejó nervioso e impregnado de un fuerte olor a tabaco y un agradable olor a sándalo.