Si estáis preparados no temeréis



Este no es un manual de guerra y calamidades, está basado en mi conocimiento teórico y práctico, espero que sea de utilidad y sirva como una guía para alguna calamidad que pudiera ocurrir, no obstante, pensando en las amenazas de guerra nuclear que se cierne sobre la humanidad, me obliga a hacerme una pregunta: ¿Qué culpa tengo yo, mi familia y otras familias que solo quieren vivir en paz en un mundo próspero? ¿Por qué tengo que vivir con la zozobra de que podría ser provocada una guerra nuclear por personas ambiciosas que solamente buscan la preponderancia? considero inadmisible que aquellas personas tengan sus refugios y todo lo necesario para resistir y subsistir durante una guerra nuclear de proporciones inimaginables, mientras que el resto de la humanidad muere calcinada, por el fuego abrasador de las bombas de fusión, sin embargo, es mi deseo que los representantes de los gobiernos del mundo tengan la habilidad suficiente para resolver cualquier conflicto mediante el diálogo y el buen entendimiento y que en caso de guerra que en la actualidad sería de consecuencias muy graves, se construyan búnkeres colectivos y se preocupen por la seguridad de la gente que gobiernan, proporcionando lo elemental para sobrevivir a una catástrofe nuclear.

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Aluxob

A la caza de un Alux


Después de unos minutos dentro del extraño ambiente que para nosotros fueron siglos, se acercó la cubana Colasa.
Al caminar se contoneaba y pasaba su mano con gracia sobre el negro, corto y
ensortijado cabello que traía arreglado con minúsculas trenzas que brillaban de tanta vaselina y remataban en unos pequeños huesos y moños de color rojo, realzando así su aspecto de pitonisa.
Excitada por el esfuerzo que hacia al llevar a cabo su trabajo, de su morena y amplia frente le escurrían gruesas gotas de sudor; en aquel momento sin avisar, nos roció con una loción verde y olorosa.
Nos indicó que entráramos a una
habitación adornada con policromos cortinajes, en los quicios colgaban algunas cabezas de ajo y unos ramos de hierbas, en el centro del cuarto había un viejo y destartalado anafe de lámina que tenía algo que ardía y echaba un sahumerio fastidioso y picante; Colasa siempre utilizaba ese espeso humo para sus trabajos, pero a nosotros, aparte de hacernos toser y derramar una que otra lágrima, nos causaba gran dificultad para distinguir nuestro entorno. La cubana maliciosa sonreía enseñando sus dientes manchados por el tabaco, mientras decía:
—Ustedes están poseídos de malos vientos y demonios por eso no soportan el olor—.
Mientras con ternura nos llamaba por nuestro nombre, no dejaba de mirarnos lascivamente y con sus delgadas manos de largas uñas pintadas de negro acariciaba mis cabellos, de repente se inclinó y me dio un beso directo, chupándome la boca como si fuera una fruta madura que me dejó nervioso e impregnado de un fuerte olor a tabaco y un agradable olor a sándalo.